Por:
Ana María Mejía
Hacia la 8:30 a.m. comenzamos nuestro recorrido para El Silencio, el cual
está ubicado en la punta donde termina
la vereda Potreritos y empieza La Reserva El Romeral. Es como una meseta
y está a casi dos horas de nuestro corregimiento San Antonio de Prado; su altura es de 2.600 metros sobre el nivel
del mar.
Yo iba acompañada por
tres compañeros más la profe y dos guías, mientras subíamos menos ruido
se escuchaban y aprovechamos el momento para tomar fotos y grabar sonidos que
no son muy comunes en la ciudad.
El Silencio es un lugar lleno
de mitos, el más común es el de la gallina y sus tres pollitos de oro, también
se dice que hay muchas brujas y duendes que fácilmente lo hacen perder a uno.
También encontramos varios huecos de 3 y 4 metros de profundidad, dicen que El
Silencio está lleno de guacas, hay que recordar que muchas veces en semana
santa es donde aparece aquella luz que guía a las personas que se merecen encontrarlas.
Al llegar a El Silencio no
se escuchaba nada más que los mismos pasos de uno. El Silencio es mágico, solo
falta aquel sentimiento y pasión por descubrir la naturaleza, por sentir los
ricos y tan afortunados que somos por tener un pedacito de un pulmón que nos da
el aire para vivir.
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