Colectivo de comunicaciones I. E. El Limonar
“Cuando yo vine a vivir aquí, el Verbo Divino no existía y en ese entonces lo que había era un motel, que se llamaba Holiday”, nos contó Ligia Cuartas, una señora alta de 61 años, que hace 45 años habita en el barrio los Tanques.
Cuando escuchamos la historia nos sorprendimos porque nunca imaginamos que un lugar religioso tuviera este pasado. Ella también nos contó que al motel entraba mucha gente ya que antes el barrio era solo dos casas y el resto mangas. Luego cuando la gente empezó a urbanizar hicieron quitar el motel, porque según Ligia hay una ley que prohíbe los moteles en los corregimientos.
También nos contó, que había escasez de luz y para tener acceso a ella tenía que ser por medio de contrabando, tampoco había muchos medios de transporte, solo existían las escaleras, hoy llamadas chivas, y el pasaje costaba 40 centavos.
Ligia se crío junto a María Cecilia, su mejor amiga, desde pequeña y nos contaron que para ir al colegio el pasaje les costaba 15 centavos y cuando subieron a decimo y once les toco estrenar el primer bus que costaba 30 centavos el viaje.
María Cecilia también nos contó una anécdota: “Una vez una señora, se rodó por una loma que comunicaba con la carretera principal, ella iba acompañada de su nieta de cinco años. Como la señora era tan robusta tuvo un impacto muy fuerte y la niña se fue a pedir ayuda, en ese momento yo iba bajando y al verla tirada tuve la solidaridad de ayudarla a parar. Me tocó pedirle a otras personas para que me colaboraran a llevarla a un centro médico, inmediatamente cogimos un taxi y al llegar a la clínica al instante murió”. Esta es la historia de María Cecilia Zuluaga Londoño, quien con su experiencia nos contó como se empezó a convivir en el barrio.
Con esta nota queremos dar a conocer sobre la convivencia entre las personas y como a través de una experiencia se unió un barrio.
“Cuando yo vine a vivir aquí, el Verbo Divino no existía y en ese entonces lo que había era un motel, que se llamaba Holiday”, nos contó Ligia Cuartas, una señora alta de 61 años, que hace 45 años habita en el barrio los Tanques.
Cuando escuchamos la historia nos sorprendimos porque nunca imaginamos que un lugar religioso tuviera este pasado. Ella también nos contó que al motel entraba mucha gente ya que antes el barrio era solo dos casas y el resto mangas. Luego cuando la gente empezó a urbanizar hicieron quitar el motel, porque según Ligia hay una ley que prohíbe los moteles en los corregimientos.
También nos contó, que había escasez de luz y para tener acceso a ella tenía que ser por medio de contrabando, tampoco había muchos medios de transporte, solo existían las escaleras, hoy llamadas chivas, y el pasaje costaba 40 centavos.
Ligia se crío junto a María Cecilia, su mejor amiga, desde pequeña y nos contaron que para ir al colegio el pasaje les costaba 15 centavos y cuando subieron a decimo y once les toco estrenar el primer bus que costaba 30 centavos el viaje.
María Cecilia también nos contó una anécdota: “Una vez una señora, se rodó por una loma que comunicaba con la carretera principal, ella iba acompañada de su nieta de cinco años. Como la señora era tan robusta tuvo un impacto muy fuerte y la niña se fue a pedir ayuda, en ese momento yo iba bajando y al verla tirada tuve la solidaridad de ayudarla a parar. Me tocó pedirle a otras personas para que me colaboraran a llevarla a un centro médico, inmediatamente cogimos un taxi y al llegar a la clínica al instante murió”. Esta es la historia de María Cecilia Zuluaga Londoño, quien con su experiencia nos contó como se empezó a convivir en el barrio.
Con esta nota queremos dar a conocer sobre la convivencia entre las personas y como a través de una experiencia se unió un barrio.
Esta nota está muy chevere y que bueno poder volver a vernos.
ResponderEliminarLorena
el mejor escritor soy yo david urrego
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