Por: Juan Pablo
Gómez
Una
Mañana a las 8:30 a.m. empezó un recorrido a la famosa
montaña llamada El Silencio, este recorrido empezó desde la corporación Ciudad
Rural, hicimos una parada en Potreritos, ya estábamos un poco cansados y allí la guía nos habló de la Montaña que quedaba a 2.600 metros de altura.
Empezamos a subir, vimos plantas y árboles muy extraños que nunca había visto en la cuidad, me llamo mucho la atención
que cada vez que subíamos el camino se volvía
mas estrecho y complicado, veíamos solo vegetación a nuestro alrededor , La
Montaña sentía como nuestros pasos la rodeaba,
sentía demasiado cansancio, la llegada se nos hacía más larga.
Cuando
íbamos unos 30 minutos de haber caminado nos encontramos con una finquita muy
acogedora, allí vivía don “José” un señor con sus manos entierradas de trabajo,
su ropa de campesino, y su sombrero, en su
cara se le veía sus años recorridos. Él
nos contó muchas de sus historias que le había pasado en sus años transcurridos,
una de ellas es la de la gallina y sus 3 pollitos de oro que aparecían en la
laguna de El Silencio, también nos contó que en la noche se escuchaba mucho
ruido en la montaña, el señor tenía el pesebre en su finca que se me hizo interesante,
hasta quiso hacer una novena con nosotros.
Luego
salimos de la finca con muchas más ganas
de seguir caminando hacia esta montaña con sus mitos y leyendas que llama mucho
la atención de los que la caminan. Subíamos y subíamos, vi una planta
extraña parecía patas de araña pero esta
era grande, verde y sus pelos eran amarillos.
Hasta
que al fin llegamos, sentí un descanso por que habíamos caminado demasiado para
llegar a este lugar, en ese instante mi cuerpo se enfrió, todo mi cuerpo fue perdiendo el calor y el cansancio que había
en él. Todo estaba nublado, no era como me lo imaginaba: un día soleado, la
laguna con agua, en cambio de eso nos encontramos, con que la laguna estaba vacía,
todo nublado, no pudimos recorrer bien el territorio por el clima que había,
vimos una casa que había explotado por la causa de una granada, se veía sus rastros
todavía de que hay hubo una casa. Después fuimos a comer nuestros fiambres
(almuerzos), cada uno llevamos algo para comer. Pasamos un rato agradable. Al
bajar la montaña yo iba con 3 compañeros
adelante de la guía, la profesora y una amiga y le gritábamos, era como
si las palabras se las llevara el viento porque no nos escuchaban y ellas
estando por ahí a unos 8 metros de nosotros , el recorrido de bajada fue súper
agradable por que nos caímos demasiado.
La
ida a la montaña de El Silencio fue muy interesante porque no solo fuimos a ver
una montaña, sino que nos llevamos recuerdos de ella, fotos, el silencio de esta en nuestras grabadoras, aprendimos de ella porque tiene lo que no habrá en la cuidad nunca, sus
plantas raras y el silencio que se guarda en esta.